Hoy es Santa Cecilia, patrona de los músicos, y por eso os dejo este fantástico cuadro de Jusepe Martínez que está en el Museo de Zaragoza. Por cierto, ¿quién era? Pues la tradición cuenta que en la Roma pagana hubo una niña, Cecilia, que desde su más tierna infancia fue cristiana. Sus padres la casaron con un joven de buena familia, pagano de la cabeza a los pies, pero cuando llegó el momento de quedarse a solas... ella le dijo que había entregado su virginidad a Cristo y que no la podía tocar (que digo yo que ella podía entregar lo que le pareciera bien, pero que al pobre chico se lo tendría que haber avisado antes de la boda, no sé qué pensaréis vosotros). Total, que en vez de montar en cólera el mozo aceptó bautizarse y vivieron juntos como hermanos. La cosa fue que los romanos decidieron martirizarla, y como pasa siempre en estos casos no había manera de acabar con ella: la intentaron ahogar con humo, sumergiéndola en una tinaja con agua hirviendo, cortándole la cabeza (tres veces lo intentaron, sin lograr separarla del tronco)... hasta que al final, tres días después, murió.
¿Qué relación tiene con la música? Pues todo viene de un error de traducción. En los textos más antiguos que hablan del martirio se habla de "candentibus organis", o sea, instrumentos de tortura candentes, pero se tradujo como si fuera "canentibus organis", que significaba un órgano, un instrumento musical. De ahí vino la confusión y ahí se quedó, porque la santa sigue siendo patrona de la música y hay infinidad de bandas, pequeñas orquestas... que llevan su nombre.

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